Juan Carlos Pérez Castro Vázquez
Mi cirugía de corazón
Desde mi infancia noté que tenía diferencia en mi rendimiento físico en comparación con los demás compañeros de mi clase ya que me cansaba prematuramente, a pesar de que me esforzaba en seguir las indicaciones del maestro de educación física al pie de la letra e inclusive dedicar tiempo adicional a mi preparación, no lograba igualar a los demás, lo que me hizo suponer que de alguna manera yo no tenía la capacidad como los otros.
Independientemente de ello, siempre me mantuve haciendo deporte, jugué futbol, corrí y desde los 39 años practiqué el ciclismo de montaña de manera amateur pero a nivel competitivo (llegué a ser campeón en el DF por tres años consecutivos en mi categoría).
No obstante mis resultados deportivos, fue una constante sentir cansancio prematuro, pero lo llegué a considerar como una característica mía y aunque mi esposa me detectó al poco tiempo de casarnos (nos casamos de 27 años) que mi corazón se escuchaba raro, no consideré que era un problema que ameritaría una cirugía, puesto que a pesar de todo, mi desempeño físico era bastante aceptable.
Para cuando cumplí 43 años, en un estudio médico que me mandaron hacer al solicitar un crédito hipotecario, el doctor del banco me recomendó hacerme un ecocardiograma pues mi corazón tenía un soplo. Su reporte me negó el crédito y entonces mi esposa insistió en que me practicara ese estudio, puesto que si nos negaron el crédito es que podía ser algo grave.
Yo me molesté y no acepté que tuviera un problema en el corazón, hacía bastante ejercicio, no fumaba, mi peso estaba en lo normal, bebía alcohol con bastante moderación de manera social, generalmente no me desvelaba, así que no estuve de acuerdo con ese médico.
A pesar de negarme en una primera instancia, acepté hacerme el ecocardiograma y apareció la razón de mi cansancio prematuro al hacer ejercicio y la explicación de mis dificultades para mantener en buen nivel mi desempeño físico, tenía una insuficiencia en la válvula mitral de origen congénito que en ese momento no ameritaba cirugía pero había que monitorearla año con año, pues tarde que temprano, (me advirtió el cardiólogo -Dr. Narváez-) tendría que operarme.
Durante siete años me estuve haciendo ecocardiogramas cada verano, y fui viendo como la insuficiencia crecía creando un prolapso de las valvas (o sea que las compuertas de la válvula ya no cerraban bien, inclusive se abatían hasta el lado opuesto como “puertas de cantina”, cosa que no debe de suceder), provocando que la sangre regurgitara y se regresara en alguna porción hacia los pulmones, provocando más dificultad en el ejercicio.
Finalmente llegó lo que sabía iba a suceder pero no quería escuchar: “Juan Carlos, te tienes que operar ya ese corazón…” me dijo el doctor Narváez muy serio, a lo que le pedí me diera nombres de cirujanos que podría yo consultar para ello.
Tardé 7 meses en buscar con quién me operaría (la verdad tenía miedo), busqué más información acerca del procedimiento quirúrgico, visité 3 cirujanos diferentes y elegí al doctor Mauricio Soulé quien fue el que más confianza y seguridad me inspiró, revisé el estatus de mi seguro de gasto médicos mayores, acomodé mis cuestiones laborales y se programó la cirugía para los primeros días de enero de 2012, año en que cumpliría 50 años de edad.
Llego el día del internamiento al cuál acudí puntual después de la hora de comer. El doctor Soulé estuvo presente esa tarde para verme, presentarme al anestesiólogo, a su equipo de cirujanos y dar las últimas indicaciones para estar listo a la mañana siguiente donde entraría a quirófano a las 7 de la mañana.
La cirugía se llevó a cabo sin problema alguno, salí a terapia intensiva y estuve un par de días ahí para la recuperación, donde lo único que puedo decir que fue complicado fue el uso del “cpap”, que es el aparato de terapia respiratoria y que en momentos se vuelve desesperante, pero fuera de eso no tuve molestia alguna, aunque obviamente estar conectado a muchos aparatos y tener mangueras por doquier que entran a tu cuerpo es difícil pero yo estaba mentalizado para eso.
Posteriormente pasé a terapia intermedia, donde empezaron a sentirse las ganas de ya salir del hospital, sobretodo porque me sentía de maravilla, empecé a caminar por los pasillos como si fuera maratonista, mi antecedente deportivo me pedía movimiento y el pasillo del hospital lo hice mi pista de entrenamiento, sin embargo tenía un bloqueo en el corazón, que significa que el músculo cardiaco no efectúa los latidos de manera sincrónica al estar una parte bloqueada, como si se hubiera quedado una sección desactivada, cosa que me explicó el doctor Soulé puede pasar en este tipo de cirugías, pero que generalmente se quita al paso de unos 8 a 12 días posteriores, ya que la inflamación que se provoca en el procedimiento puede desencadenar ese bloqueo, que si bien puede no ser importante, es mejor mantenerse en el hospital monitoreado para evitar cualquier complicación, cosa que así hice.
Pasaban los días y me sentía mejor, pero el bloqueo se mantenía, lo que me detenía en el hospital, todos los días tenía la visita del doctor Soulé, al pendiente de mi y también acudían el doctor Bucio y el doctor Mario Gómez, por lo que en todo momento estaba acompañado, cosa que siempre fue importante para mi y mi familia, pues el que no se quitara el bloqueo ya empezaba a inquietarnos.
El doctor Soulé me explicó que de no quitarse el bloque entonces habría que evaluar si se ponía un marcapasos, pues es la única manera en compensar esa desactivación del corazón, sin embargo, él confiaba en que se quitaría solo, pues al concluir la cirugía, recuerda perfectamente que mi corazón trabajó de manera normal y sin bloqueo, que éste se presentó después, lo que era un buen pronóstico, solo había que tener paciencia y esperar los días que la literatura médica que reporta estos casos señalaban.
Como me sentía bien a pesar del bloqueo, decidimos con el doctor Soulé que se me haría una prueba de esfuerzo y una evaluación para determinar si me podía ir a casa, aún que el bloqueo persistiera, ya que si no se veían situaciones de riesgo, entonces era mejor estar convaleciente en casa que en el hospital, el cual ya me estaba resultando muy incómodo y a mi familia también.
La presencia del doctor Soulé y del doctor Mario Gómez fue también cambiando de tono, pues ante mi mejora, las visitas ya eran más amigables y de conversaciones amigables más que de situaciones de mi estado de salud, ya sin el bloqueo que desapareció, pude escuchar por fin las palabras anheladas de: “te vas a casa mañana, ya voy a firmar el alta…”
Actualmente han pasado 7 años que me operé y me siento bastante bien, requiero de tomar anticoagulante diariamente porque tengo una prótesis mecánica de válvula mitral, pero no ha sido obstáculo para retomar mi vida, sigo haciendo ejercicio, juego futbol cada lunes (en el equipo del instituto de cardiología, pues le cumplí la promesa al doctor Soulé que me iba a mejorar a tal grado que hasta jugaría futbol con ellos en su equipo, solo él tenía que dejarme y bien y yo seguir sus instrucciones y así fue, los dos cumplimos), también sigo andando en bici de montaña, compito a nivel amateur y dirijo el equipo de la UNAM de esta especialidad, hago mi trabajo sin problema alguno, salgo a dar conferencias a otros estados y países, por lo que viajo sin dificultad (paso los arcos de seguridad sin riesgo alguno con todo y mi válvula), escribí un libro, mi vida sexual es plena y sin consecuencias por la cirugía, me cambié de casa y tengo muchos proyectos por delante en donde la correcta intervención y atinado trabajo del doctor Soulé y su equipo de cardiólogos, anestesiólogo y demás personal, fueron fundamentales.
Cabe señalar que el éxito de esta situación posterior a la intervención médica, se da con una buena dosis de responsabilidad como paciente ya que es conveniente una vigilancia y adecuado seguimiento de las instrucciones recibidas, hacer los chequeos de rutina, tomar los medicamentos en tiempo y forma, reportar al doctor cualquier situación que pudiera ser anormal por pequeña que ésta sea, ajustar la dieta, mantenerse en ambiente sano sin fumar, beber ni comer en exceso, dormir bien, hacer ejercicio y sobretodo reconocer el apoyo y cariño de mi esposa e hijos que son el motor de mi vida.
Agradezco especialmente al doctor Mauricio Soulé y al doctor Mario Gómez por su profesionalismo, ética y trato que tuvieron conmigo en su momento como paciente y por su amistad actualmente.
Juan Carlos Pérez Castro Vázquez.
Fecha de cirugía: 11 enero 2012